Espacio | Visitantes interestelares bajo vigilancia

3I/ATLAS: El extraño acelerón del visitante interestelar que desconcierta a la NASA

3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado, está dando a los astrónomos una lección incómoda: su trayectoria no se explica del todo con gravedad pura. La clave no es magia ni misterio, sino un fenómeno bien conocido en cometas activos: una aceleración no gravitacional causada por desgasificación anisótropa (chorros irregulares de material que actúan como micropropulsores). Es un empuje minúsculo, pero suficiente para desplazar las predicciones orbitales y obligar a recalcular efemérides con precisión milimétrica.

Imagen del objeto 3I/ATLAS capturado mientras se aleja del sistema solar, mostrando detalles de su trayectoria inesperada.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
3I/ATLAS: El extraño acelerón del visitante interestelar que desconcierta a la NASA

La paradoja: “debería frenar”, pero los cálculos dicen otra cosa

La sensación de que 3I/ATLAS “acelera cuando debería estar frenando” nace de una comparación concreta: la órbita calculada con un modelo puramente gravitatorio frente a lo que realmente registran las observaciones. Tras el perihelio (su punto de máxima aproximación al Sol), un objeto debería ir perdiendo velocidad en términos generales al alejarse del pozo gravitatorio solar. Pero si, además, el cuerpo expulsa material de forma desigual, aparece una fuerza adicional que altera la trayectoria esperada y deja un residuo medible: la llamada aceleración no gravitacional.

 

La explicación más sólida: efecto “cohete” por desgasificación irregular

En cometas, el calor del Sol hace que hielos y volátiles pasen a gas y escapen a través de poros, grietas o zonas activas. Si esa salida fuera perfectamente simétrica, la fuerza neta se cancelaría. Pero no lo es: hay regiones más activas, orientación de giro, sombras locales y episodios de “jet” que generan un empuje neto. El resultado es un pequeño impulso que modifica la velocidad y la dirección, igual que un propulsor muy débil pero continuo.

Esto encaja especialmente bien con 3I/ATLAS porque, a diferencia de ‘Oumuamua, presenta signos claros de actividad cometaria (coma y emisiones), lo que convierte la desgasificación en el candidato natural para explicar la anomalía.

Cuánto empuja de verdad: una aceleración pequeña, pero estadísticamente clara

El punto importante es la escala. Estudios basados en soluciones orbitales y parámetros no gravitacionales reportados por servicios de efemérides han estimado una aceleración neta del orden de (5 ± 2) × 10⁻⁷ m/s² cerca del perihelio. En términos prácticos, es un empuje diminuto comparado con la gravedad del Sol, pero suficiente para mejorar el ajuste orbital y eliminar tendencias sistemáticas en los residuos cuando se incluyen términos no gravitacionales.

Lejos de ser “imposible”, ese rango está dentro de lo que se observa en cometas modestamente activos del sistema solar: lo extraordinario no es el mecanismo, sino la oportunidad de medirlo en un visitante interestelar durante un único paso por el sistema solar.

¿Qué gas podría estar detrás? CO y CO₂ como sospechosos principales

Modelos termofísicos recientes apuntan a una lectura muy concreta: la desgasificación podría estar dominada por volátiles de baja temperatura de sublimación, especialmente monóxido de carbono (CO) y, en menor medida, CO₂. El CO, por su capacidad de sublimar a distancias mayores y en condiciones frías, puede generar un empuje compatible con la magnitud observada sin exigir propiedades “raras” del objeto. En otras palabras: el empuje se explica con física cometaria estándar aplicada a un cuerpo formado en otro sistema estelar.

La NASA y la “prueba de fuego” del seguimiento: cuando medir desde la Tierra no basta

La historia también es tecnológica. Para refinar la aceleración no gravitacional, se han incorporado observaciones desde plataformas fuera de la Tierra, incluyendo datos de sondas interplanetarias, que aportan geometrías de observación imposibles desde un único planeta. Ese enfoque reduce incertidumbres y mejora la determinación de los parámetros de aceleración, algo crítico cuando el objetivo es predecir posiciones futuras con precisión y planificar campañas de observación.

No hay peligro para la Tierra, pero sí una lección científica

NASA subraya que 3I/ATLAS no supone amenaza: su aproximación más cercana a la Tierra se mantiene a escala astronómica. El valor del episodio está en lo que revela: los objetos interestelares pueden traer composiciones y patrones de actividad distintos, y aun así producir firmas dinámicas que, si no se modelan, parecen “anomalías”.

El misterio no es que acelere, sino que podamos medirlo tan bien

3I/ATLAS no está rompiendo las reglas del sistema solar: está mostrando una regla adicional que, en cometas activos, siempre ha estado ahí. Lo relevante es que, por primera vez, estamos afinando esa “fuerza extra” en un objeto que viene de otro sistema estelar, y cada pequeño desvío es una pista sobre su composición, su rotación y su historia antes de entrar en nuestra vecindad cósmica.

Comentarios