Tensión nuclear entre potencias

La mano muerta de Rusia y los submarinos de Trump: el tablero nuclear vuelve a activarse

En plena escalada de tensión entre Rusia y Estados Unidos, resurgen fantasmas de la Guerra Fría que creíamos enterrados. Donald Trump confirma el despliegue de submarinos nucleares mientras Moscú reactiva el temor al sistema “Mano Muerta”, un mecanismo de represalia automática diseñado para lanzar misiles si la cúpula del Kremlin cae. La disuasión nuclear vuelve al centro del tablero internacional, con cada palabra convertida en una jugada de alto riesgo.

La “Mano muerta” de Rusia. Así funciona el aterrador sistema de misiles que encendió la ira de Trump El mundo vuelve a mirar con preocupación a las grandes potencias. Mientras el conflicto entre Rusia y Ucrania se aproxima a su tercer año, los riesgos de una escalada global ya no parecen un recuerdo de la Guerra Fría. En este contexto, ha salido a la palestra el sistema ruso conocido como "Mano Muerta", un mecanismo nuclear que podría activarse automáticamente en caso de que la cúpula del Kremlin sea aniquilada. Desarrollado en plena Guerra Fría, este sistema –también llamado "Perimeter"– fue diseñado para garantizar una represalia nuclear incluso si Moscú quedase completamente fuera de combate. ¿Una de las incógnitas es cómo funciona? Solo se activaría si se confirmara la muerte del presidente Vladimir Putin y de toda la cúpula militar, dejando sin líderes a la nación. Ante ese escenario extremo, una red de silos y comandos automatizados lanzarían una respuesta nuclear masiva contra los enemigos de Rusia.

El mundo vuelve a contener la respiración. La tensión nuclear entre Estados Unidos y Rusia ha subido un peldaño más tras el reciente anuncio del expresidente Donald Trump sobre el despliegue de submarinos nucleares estadounidenses. Una respuesta directa a las últimas declaraciones de Dmitri Medvédev, expresidente ruso y actual viceconsejero del Consejo de Seguridad del Kremlin, que ha puesto sobre la mesa un viejo pero temido sistema ruso: la Mano Muerta.

¿Qué es exactamente la Mano Muerta y por qué ha enfadado tanto a Trump? También conocido como “Perimeter”, este sistema fue desarrollado en plena Guerra Fría y sigue plenamente operativo según fuentes militares rusas. Se trata de un mecanismo de represalia automática que, en caso de que el Kremlin quede completamente fuera de juego —es decir, que el presidente y toda la cúpula militar sean eliminados—, lanzaría una respuesta nuclear sin necesidad de intervención humana. Es, literalmente, una última línea de defensa pensada para garantizar que, si Rusia cae, el mundo caiga con ella.

La mención pública de este sistema por parte de Medvédev no es casual ni simbólica. En un momento geopolítico de máxima sensibilidad, evocar la existencia de un dispositivo que puede lanzar misiles nucleares automáticamente suena, para muchos, a una amenaza directa. Y eso es precisamente lo que Trump ha querido contrarrestar: una advertencia con otra advertencia. El expresidente estadounidense ha confirmado el despliegue de dos submarinos nucleares “en la región”, aunque sin dar más detalles sobre su ubicación exacta. "Están donde tienen que estar", dijo tajante, tratando de enfriar —o intimidar— con ambigüedad calculada.

El conflicto entre Rusia y Ucrania, que ya se acerca a su tercer año, ha reactivado muchas de las tensiones enterradas desde el final de la Guerra Fría. Pero ahora hay un ingrediente más: la incertidumbre. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Rusia cuenta actualmente con unas 5.580 ojivas nucleares, de las cuales más de 4.300 están operativas. Y lo más preocupante es que el número de ojivas activas ha aumentado en el último año, en paralelo al conflicto.

La reacción internacional ante este cruce de amenazas no se ha hecho esperar. Los analistas apuntan a que estamos ante una nueva fase de disuasión nuclear, pero con una narrativa distinta. Ya no se trata solo de mostrar fuerza, sino de reactivar símbolos del pasado que muchos creían archivados en la historia. La Mano Muerta no solo es una herramienta militar: es un mensaje. Y como todo mensaje, genera respuesta.

Trump, por su parte, ha calificado las publicaciones de Medvédev como “provocadoras, tontas e incendiarias”. Más allá del tono, lo cierto es que el expresidente está intentando recuperar protagonismo internacional con una mezcla de firmeza militar y mensajes contundentes, en un momento en el que el equilibrio estratégico global se tambalea.

Lo preocupante es que cada uno de estos movimientos, tanto los visibles como los que permanecen en la sombra, incrementan el riesgo de malentendidos, reacciones precipitadas y consecuencias irreversibles. No estamos en una película ni en un ejercicio de entrenamiento militar. La cifra de más de 12.000 ojivas nucleares en el mundo, con Rusia y Estados Unidos liderando la estadística, no permite margen para el error.

En este tablero, cada declaración, cada despliegue, cada insinuación cuenta. Y aunque los misiles no hayan sido lanzados, el lenguaje de la guerra ya ha empezado a sonar. La Mano Muerta y los submarinos nucleares no son fantasmas del pasado: son piezas activas en un presente que, por momentos, se parece demasiado al ayer.

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