Moscú sube el tono contra Londres y acusa a Reino Unido de querer “alargar la guerra”
El embajador ruso en Londres, Andrey Kelin, ha acusado al Gobierno británico de estar “comprometido” con un plan para derrotar a Rusia, y de buscar prolongar la guerra en Ucrania como herramienta para lograrlo. Sus declaraciones, publicadas por la agencia TASS, llegan en un momento de máxima sensibilidad diplomática, con negociaciones de paz impulsadas por EE. UU. sobre la mesa y con Reino Unido liderando iniciativas europeas de apoyo a Kiev.
La acusación rusa: guerra larga como estrategia occidental
Kelin sostiene que la clase militar-política británica ha invertido tanto en Ucrania que necesita mantener vivo el conflicto para justificar esa apuesta. En sus palabras, “prolongar la guerra es el objetivo principal aquí”, y los medios británicos serían parte de esa estrategia al enfatizar logros ucranianos para sostener el respaldo político y social en Europa.
No es la primera vez que el embajador usa ese marco. En entrevistas anteriores ya había acusado a Londres de estar “profundamente implicada” en la guerra y de intentar bloquear una salida negociada. La novedad ahora está en el tono: el mensaje se alinea con la narrativa rusa de que Occidente “necesita” la guerra para debilitar a Moscú, justo cuando crece la presión internacional para explorar un alto el fuego.
Qué hay detrás del choque con Londres
El trasfondo es doble. Por un lado, Reino Unido se ha convertido en uno de los principales apoyos militares y políticos de Ucrania desde 2022, con envíos de armamento avanzado, entrenamiento y liderazgo diplomático en Europa. Por otro, el Gobierno británico ha impulsado en 2025 la llamada “coalición de voluntarios” junto a Francia para reforzar garantías de seguridad a Kiev, incluyendo planes de asistencia militar ampliada si fracasan las negociaciones.
Desde la óptica rusa, ese protagonismo británico se interpreta como una implicación directa en la guerra. Kelin lo ha venido repitiendo en medios internacionales, especialmente tras ataques ucranianos con armamento occidental que Moscú considera imposibles sin apoyo técnico de países de la OTAN.
La otra lectura: Reino Unido y la lógica de apoyo a Kiev
Londres, sin embargo, mantiene un relato opuesto: que su apoyo militar busca presionar a Rusia para negociar, no alargar la guerra. El Gobierno británico ha defendido de forma consistente que un acuerdo solo sería viable si Moscú acepta garantías sólidas para Ucrania y respeta su soberanía, y que retirar ayuda ahora solo beneficiaría a Rusia en el terreno. Esa es la línea que ha sostenido Downing Street dentro del bloque europeo durante todo 2025.
Es decir, estamos ante dos marcos incompatibles: para Rusia, el apoyo occidental prolonga la guerra; para Reino Unido, es condición para que la guerra no termine en una victoria rusa impuesta.
Por qué estas declaraciones importan ahora
El momento elegido cuenta. Las acusaciones llegan mientras EE. UU. presiona para discutir un plan de paz con Kiev y Moscú, y mientras en Europa crece el debate sobre qué papel jugar en un eventual alto el fuego. En ese tablero, Rusia intenta dividir a los aliados de Ucrania, señalando a Reino Unido como uno de los actores más “beligerantes” del bloque.
Que el embajador apunte también a los medios británicos no es casual: es una forma de sugerir que existe una ingeniería de opinión pública para sostener el esfuerzo económico y militar hacia Ucrania. Es una acusación difícil de probar, pero útil para la narrativa rusa interna y externa.
Qué puede pasar a partir de aquí
A corto plazo, estas declaraciones no cambian el terreno militar, pero sí endurecen el clima político. Si las negociaciones impulsadas por Washington avanzan, aumentará la presión sobre los países europeos para definir su posición: apoyar, condicionar o reforzar la ayuda a Kiev.
A medio plazo, el choque verbal anticipa un escenario de posguerra (si llega): Rusia buscará atribuir responsabilidades a los aliados más activos de Ucrania, y Reino Unido querrá blindar su papel como garante de seguridad europea. La disputa por el relato ya está en marcha.
En resumen, Moscú vuelve a colocar a Londres en el centro de su diana diplomática, acusándolo de querer una guerra larga. Reino Unido responde con su marco habitual: apoyo para forzar una paz justa. El debate real no es solo quién tiene razón, sino quién consigue imponer su narrativa cuando llegue el momento de negociar de verdad.

