Gabriel Montalto

Gabriel Montalto: El dólar desafía a sus rivales y Trump traza un plan para blindar la supremacía

Gabriel Montalto analiza la jornada financiera marcada por la volatilidad, la fortaleza del dólar frente al euro y la libra, y los planes de Trump que incluyen posibles operaciones militares en Venezuela y una base lunar con energía nuclear para 2030.

Gabriel Montalto en estudio analizando los mercados financieros con gráficos del dólar y símbolos geopolíticos de fondo.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Gabriel Montalto en estudio analizando los mercados financieros

El 19 de diciembre de 2025 dejó claro que los mercados ya no se mueven solo por datos macro, sino por una mezcla incómoda de divisas exhaustas, amenazas bélicas y ambiciones espaciales.
Mientras el euro y la libra marcaban nuevos síntomas de agotamiento frente a un dólar reforzado, la víspera de la cuádruple hora bruja disparaba la volatilidad en derivados y contado.
En paralelo, Donald Trump abría dos frentes de incertidumbre: no descartó operaciones militares en Venezuela contra cárteles sin aval previo del Congreso y firmó una orden ejecutiva para una base lunar permanente con energía nuclear en 2030.
En el análisis de Gabriel Montalto, la sesión se convierte en un espejo del momento actual: “mercados dopados por liquidez, divisas europeas sin relato y una Casa Blanca dispuesta a tensar todos los bordes del mapa”.
La consecuencia es clara: el dólar se consolida como refugio… pero a costa de elevar al máximo el riesgo geopolítico de este fin de año.

La jornada llega cargada de pólvora técnica. A pocas horas de la cuádruple hora bruja, cuando vencen simultáneamente futuros y opciones sobre índices, acciones y otros derivados, el mercado se convierte en un tablero en el que los algoritmos y los grandes fondos reordenan posiciones a toda velocidad. El volumen se dispara, el ruido intradía aumenta y cualquier noticia geopolítica se amplifica en cuestión de minutos.

Montalto lo resume con una imagen clara: “Es como si toda la semana se comprimiera en un par de horas: quien llega mal posicionado, liquida; quien llega fuerte, aprieta el acelerador”. En este contexto, la debilidad de las divisas europeas no es un simple dato de pantalla, sino el síntoma de una pérdida de confianza relativa en el bloque frente a un Estados Unidos que sigue capitalizando su papel de refugio.

Lo relevante, insiste el analista, no es solo la volatilidad puntual de este viernes, sino el hecho de que varios indicadores de amplitud —desde el número de valores en máximos hasta los flujos hacia bonos y liquidez— muestran desgaste bajo la superficie, incluso mientras algunos índices siguen cerca de sus techos del año.

Un euro exhausto y una libra sin pulso

El elemento más llamativo del día, en clave de divisas, es la fragilidad del euro y de la libra. Frente a un dólar que se aprecia de nuevo, ambas monedas muestran un patrón inquietante: cada rebote es más corto y cada corrección, más profunda. Técnicamente, Montalto habla de un euro “cansado”, atrapado en un rango donde cualquier dato flojo de crecimiento o inflación en la eurozona se traduce rápidamente en ventas.

La libra, por su parte, sigue lastrada por un Reino Unido que combina crecimiento anémico, inflación todavía pegajosa y un Banco de Inglaterra sin margen político claro. El resultado es una moneda que “no atrae ni por rentabilidad ni por relato económico”, como subraya el analista.

Más allá de los niveles concretos de cotización, la lectura de fondo es que el mercado duda de la capacidad de Europa para generar crecimiento autónomo en un entorno de tipos altos, guerra en la frontera oriental y tensiones comerciales con sus principales socios. Cada vez que aparecen dudas sobre la estabilidad global, los flujos huyen del euro y de la libra y se refugian en el billete verde con una rapidez que recuerda a los momentos más tensos de ciclos anteriores.

El dólar recupera su papel de refugio global

En este escenario, el dólar actúa una vez más como ancla del sistema. No se trata solo de diferenciales de tipos de interés: aunque la Reserva Federal ha moderado su discurso agresivo, Estados Unidos sigue ofreciendo activos líquidos, profundos y percibidos como seguros en momentos de turbulencia. El movimiento de hoy encaja en un patrón clásico: ventas de divisa europea, compras de deuda estadounidense, repunte del índice dólar y alivio momentáneo en Wall Street.

Montalto lanza, sin embargo, una advertencia: “Cuando el dólar es el único refugio visible, lo que tenemos no es estabilidad, sino concentración de riesgo”. Si el billete verde sigue apreciándose mientras el resto de divisas desarrolladas se debilitan, el impacto se transmite en cadena: presión adicional sobre economías endeudadas en dólares, encarecimiento de materias primas para países importadores y mayor tensión en mercados emergentes.

Lo paradójico es que parte de esa fortaleza se alimenta precisamente de las incertidumbres que genera la propia Casa Blanca. Cada vez que se abre un nuevo frente geopolítico —sea en Venezuela, en el espacio o en otras regiones—, el miedo empuja a los inversores hacia el activo que emite el mismo Gobierno que genera la inquietud. Es la anomalía estructural de un mundo todavía anclado en la hegemonía del dólar.

Trump y el frente venezolano: la amenaza que pesa sobre el riesgo

En plena sesión, otro titular se cuela en las pantallas: Donald Trump no descarta operaciones militares en territorio venezolano contra cárteles, y llega a sugerir que podría hacerlo sin autorización previa del Congreso. La frase, jurídicamente discutible, basta para poner en guardia a los mercados de materias primas, a las petroleras y a los tenedores de deuda soberana de la región.

Para Montalto, el mensaje va más allá de Venezuela: “Es una señal de que la Casa Blanca está dispuesta a usar el instrumento militar como extensión de la política interior, y eso siempre asusta al capital”. En un momento en el que América Latina arrastra tensiones sociales, gobiernos frágiles y economías muy expuestas al comercio con Estados Unidos, cualquier alusión a intervenciones unilaterales reaviva el fantasma de la inestabilidad crónica.

En términos de mercado, el impacto inmediato se nota en primas de riesgo más altas para bonos latinoamericanos, movimientos defensivos en compañías con exposición a la región y un nuevo argumento a favor del dólar como refugio temporal. Pero el efecto de fondo puede ser más dañino: si se consolida la idea de que Washington está dispuesto a actuar fuera de sus cauces tradicionales, la prima de riesgo política global se revaloriza y el apetito por activos de alto riesgo se resiente.

Supremacía espacial y base lunar nuclear: el otro frente de Trump

Como si el ruido geopolítico no fuera suficiente, el día queda marcado también por la firma de una orden ejecutiva para asegurar la “supremacía espacial” de Estados Unidos. El texto fija un objetivo ambicioso: una base lunar permanente con energía nuclear operativa en 2030, en el marco de una estrategia que mezcla exploración científica, intereses militares y oportunidades industriales.

Para los mercados, esta firma tiene dos lecturas. La primera, evidente, es sectorial: defensa, aeroespacial, semiconductores y energía nuclear se colocan en el radar de los inversores como ganadores potenciales de un ciclo de gasto público masivo en infraestructuras espaciales. La segunda es más sutil: la base lunar no es solo un proyecto tecnológico, es también una declaración geopolítica frente a China y Rusia, que acelera la carrera por el control de órbitas, recursos y posiciones estratégicas más allá de la Tierra.

Montalto lo encuadra así: “Estamos viendo cómo el riesgo país deja de ser solo un mapa terrestre: la política espacial se va a empezar a reflejar en las primas de ciertos sectores y, más adelante, en la percepción de seguridad jurídica a nivel global”. Crece la idea de que la próxima década estará marcada por conflictos híbridos que mezclarán ciberespacio, espacio exterior y disputas clásicas por recursos y rutas comerciales.

Mercados atrapados entre miedo y FOMO

En este cóctel de divisas débiles, dólar fuerte, amenazas militares y bases lunares, los mercados se mueven entre dos impulsos contradictorios. Por un lado, el miedo a una corrección que ponga fin a meses de rally alimentado por expectativas de bajadas de tipos y por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial. Por otro, el FOMO —el miedo a quedarse fuera— que empuja a muchos gestores a seguir dentro del riesgo porque los índices siguen aguantando sorprendentemente altos.

La sesión previa a la cuádruple hora bruja refleja bien esa tensión: rotaciones rápidas entre sectores, bancos centrales que miden cada palabra y un flujo constante de noticias geopolíticas que pueden mover un índice un 1% en cuestión de minutos. La sensación que traslada Montalto es la de un mercado que “sigue bailando, pero ya mira todo el rato hacia la salida de emergencia”.

En este contexto, la debilidad del euro y la libra es tanto causa como consecuencia del nerviosismo. Europa ofrece pocas historias de crecimiento ilusionantes; Reino Unido aún menos. Frente a ello, Estados Unidos combina inflación moderándose, gasto militar disparado, planes espaciales megalómanos y un dólar que sigue siendo la moneda en la que se liquida la mayor parte del comercio mundial.

Lo que vigilan ahora los inversores

Con este cuadro, la lista de variables que vigilan los inversores se alarga. En el frente macro, serán clave los próximos datos de inflación y crecimiento en la eurozona y Reino Unido para ver si la debilidad de sus divisas se convierte en tendencia estructural o en simple ajuste de corto plazo. En Estados Unidos, cada comparecencia de la Reserva Federal será escrutada al milímetro para saber cuándo y cuánto pueden bajar los tipos sin desanclar expectativas.

En el plano político, los focos se reparten entre Venezuela, donde cualquier gesto que acerque o aleje el escenario de una intervención tendrá impacto en divisas y materias primas, y la política espacial de la Casa Blanca, que empieza a cotizar en las valoraciones de defensa y tecnología avanzada. Al mismo tiempo, la dinámica técnica de mercado —derivados, vencimientos, flujos hacia refugio— seguirá marcando giros bruscos en sesiones como la de este 19 de diciembre.

El diagnóstico de Montalto es tan simple como inquietante: “Vivimos un momento en el que el dólar se fortalece no porque el mundo esté más seguro, sino porque está más nervioso”. Para el inversor, la conclusión es evidente: conviene aprovechar la liquidez del billete verde, pero sin olvidar que cada punto extra de fortaleza es, en realidad, un termómetro del riesgo global. Y que, cuando el termómetro se dispara demasiado, las correcciones acostumbran a llegar sin previo aviso.

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