Trump endurece su discurso contra la izquierda radical en EE. UU.

Trump designa a Antifa como “gran organización terrorista” en un nuevo giro político

Donald Trump anunció la designación de Antifa como “organización terrorista mayor”, en un mensaje difundido en su red Truth Social. La decisión, cargada de retórica política, reaviva el debate sobre los límites de la seguridad nacional, la libertad de expresión y el uso de la etiqueta de terrorismo en movimientos políticos internos.

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Trump declara a Antifa como “organización terrorista mayor”

Donald Trump volvió a situar a Antifa en el centro de su narrativa política al declarar públicamente que el movimiento “antifascista” debe ser considerado una “gran organización terrorista”. La declaración se produjo a través de Truth Social, la plataforma de redes sociales que utiliza como canal principal de comunicación con su base de seguidores, donde describió a Antifa como “un desastre radical de izquierda, enfermo y peligroso”.

Trump aseguró que, además de la designación, ordenará investigar a quienes presuntamente financian al movimiento, señalando que estas pesquisas se harán “con los más altos estándares legales y de práctica”. Sus palabras forman parte de una estrategia discursiva que conecta con su electorado más conservador, al tiempo que profundizan en la polarización política que ha marcado los últimos años en Estados Unidos.

El anuncio ha suscitado inmediatamente críticas y controversia. Expertos en seguridad y en derecho constitucional recuerdan que en la legislación estadounidense no existe un marco específico que permita designar a grupos internos como “organizaciones terroristas” en los mismos términos en los que se aplica a entidades extranjeras. La medida, por tanto, tiene más un efecto simbólico y político que práctico, aunque no deja de generar preocupación en torno al uso del aparato estatal para perseguir a adversarios ideológicos.

Antifa, que no funciona como una organización centralizada, sino más bien como una red descentralizada de activistas y colectivos, ha sido objeto de debates intensos desde las protestas contra el racismo y la brutalidad policial de 2020. En ese momento, Trump ya había planteado su intención de clasificar al movimiento como terrorista, aunque la idea nunca se tradujo en medidas formales. Ahora, su insistencia reabre el debate sobre hasta qué punto es posible —o deseable— aplicar conceptos de terrorismo a actores políticos internos.

El mensaje también refuerza la línea dura que Trump ha adoptado en su nueva etapa política, en la que busca consolidar el apoyo de los votantes que reclaman una respuesta firme frente a lo que perciben como violencia política de la izquierda. Al mismo tiempo, alimenta la confrontación con quienes sostienen que este tipo de decisiones pueden erosionar derechos civiles fundamentales y exacerbar la división social.

Con esta declaración, Trump vuelve a mover el tablero político en Estados Unidos, utilizando un lenguaje cargado de simbolismo que, aunque de efecto legal limitado, tiene un fuerte impacto mediático y electoral.

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