La presión crece en medio de la incómoda verdad sobre la alta dependencia energética de Europa con respecto a Rusia, lo que le convierte en un gran financiador de la invasión de Ucrania. El Alto Representante de política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha denunciado además cómo en 2021 se pagó 4 veces por el suministro de crudo que de gas, unos 80.000 millones frente a 20.000 millones, lo que sitúa al oro negro el primero de la lista para eliminar de la cesta de la compra rusa.
Bajo esta máxima se aceleran los preparativos para incluir el embargo de petróleo en la próxima ronda de sanciones, pero esto levanta ampollas y así ha quedado claro en el Consejo Europeo. Entre los socios con mayor volumen de importación de esa materia prima, como es el caso de Alemania, Austria y Hungría.
El propio Borrell reconoció que las próximas sanciones energéticas son muy delicadas por el desigual impacto que tendrían en cada parte de la Unión. Como ejemplo, Hungría se erige como el gran opositor a esas sanciones energéticas pero es que su presidente, Víctor Orbán insiste en que no aceptará ninguna medida que ponga en peligro la seguridad energética y la economía de su país. Su temor, no se ciñe al corte de suministro de gas y petróleo ruso, sino también un embargo de combustible nuclear, esencial para la central atómica, que cubre un 33% del consumo de electricidad del país.
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