XRP

XRP se juega su gran ruptura con 3.430 millones en apuestas

El criptoactivo afronta el final de un triángulo técnico histórico mientras los bancos esperan un cambio regulatorio que podría abrir la puerta a la primera ola de tenencia institucional directa
xrp cc pexels-alesiakozik-6780914
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La fotografía actual de XRP es todo menos simple. En los gráficos de corto plazo, la presión vendedora sigue imponiéndose y cada intento de rebote choca contra resistencias claras. Sin embargo, en los marcos largos, el activo dibuja desde hace años una figura de compresión histórica que se acerca a su desenlace.
En paralelo, en el terreno regulatorio, se empieza a discutir un cambio aparentemente técnico —su tratamiento bajo Basel III— que podría convertir a XRP en un candidato creíble a activo de balance bancario, y no solo a herramienta de infraestructura.
Mientras tanto, el mercado de derivados registra un interés abierto de 3.430 millones de dólares en plena semana navideña, una cifra que sugiere reposicionamiento silencioso más que apatía.
La consecuencia es clara: XRP entra en una fase en la que la tensión entre análisis técnico, regulación y posicionamiento institucional puede determinar su trayectoria durante los próximos años, más allá del ruido de las próximas semanas.

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Un triángulo macro que agota el tiempo

Para buena parte del mercado, XRP lleva años “muerto”. Sin embargo, varios analistas técnicos insisten en que lo que parece estancamiento es, en realidad, una compresión de largo plazo con forma de gran triángulo en marco bimestral. Según este enfoque, el precio se ha ido moviendo entre máximos decrecientes y mínimos crecientes, reduciendo su rango durante varios años.

Uno de los analistas que ha popularizado este mapa, conocido como EGRAG CRYPTO, defiende que el triángulo no es ruido, sino una “hoja de ruta” estructural. Cada oscilación dentro de la figura habría representado fases de acumulación y distribución, con un volumen decreciente y una volatilidad cada vez más comprimida. El vértice se aproxima, y con él la necesidad de una ruptura direccional.

Este tipo de patrones no garantiza el resultado, pero sí el contexto: cuando un activo pasa años acumulando presión en una estructura de este tipo, el movimiento posterior suele ser violento y sostenido, tanto al alza como a la baja. Lo relevante, por tanto, no es solo el nivel concreto donde se produzca la ruptura, sino la lectura de fondo: XRP está dejando atrás la fase de “latencia” para entrar en un nuevo régimen de tendencia, sea cual sea su signo.

En este punto, el triángulo se convierte en algo más que una figura de libro: es el recordatorio de que la paciencia —o la fatiga— de los inversores de largo plazo está cerca de ser puesta a prueba.

Un doble suelo que no termina de confirmar

Si el gráfico bimestral sugiere una gran decisión pendiente, los marcos cortos cuentan una historia más áspera. En el gráfico de cuatro horas, el precio ha intentado construir un doble suelo en la zona de 1,84 dólares, coincidente con la llamada “golden pocket” del retroceso de Fibonacci entre 1,772 y 1,962 dólares.

Ese rebote técnico ha ofrecido cierto alivio, pero de momento carece de la continuidad necesaria para cambiar la narrativa. Los niveles clave están claramente identificados:

  • Primero, el cierre sostenido por encima de 1,96 dólares, que permitiría girar las directrices de RSI en diario y empezar a recuperar momentum.

  • Después, la conquista del entorno de los 2,00 dólares, donde se sitúa además la media móvil simple de 50 sesiones en gráfico diario.

Mientras el precio no recupere y mantenga estos niveles, la lectura estructural sigue siendo bajista, con el riesgo de marcar mínimos crecientes cada vez más débiles y, finalmente, perforar el soporte actual. El mercado, en otras palabras, no ha validado todavía el intento de doble suelo; lo mantiene en cuarentena.

Este hecho revela la fractura entre marcos temporales: el inversor de corto plazo sigue viendo un activo pesado, incapaz de sostener rebotes, mientras que el de medio y largo plazo observa una compresión que, eventualmente, podría dar paso a un tramo de expansión. Hasta que los 2 dólares no se recuperen con solvencia, los “osos” mantienen el control táctico.

La señal silenciosa de los 3.430 millones en derivados

Más allá del contado, el mercado de derivados de XRP lanza una señal que contrasta con la aparente calma del gráfico diario. En las últimas 24 horas, el interés abierto en derivados ha alcanzado los 3.430 millones de dólares, con un aumento cercano al 0,6% en plena semana navideña, tradicionalmente marcada por volúmenes anémicos y cierre de libros.

El interés abierto mide el valor de las posiciones abiertas y no liquidadas en futuros y opciones. Que esta cifra crezca, aunque sea modestamente, en un entorno de baja actividad indica que hay actores que están montando posiciones nuevas en la antesala del cierre de ejercicio. No se trata tanto de un boom especulativo como de una reconfiguración del riesgo en torno a un activo que se percibe en “zona de decisión”.

Analistas como “Steph is crypto” han llamado la atención sobre otra estadística histórica: en ciclos anteriores, cuando XRP ha cotizado por debajo de la media semanal de 50 periodos durante 50 a 84 días, el desenlace ha sido un rally significativo. Citan tres ejemplos:

  • En 2017, un rebote cercano al 211% tras 50 días bajo la media.

  • En 2021, una subida de alrededor del 70% después de 49 días.

  • En 2024, un movimiento mucho más agresivo, cercano al 850%, tras 84 días.

Actualmente, XRP habría pasado unos 70 días por debajo de ese nivel, entrando en la misma “ventana histórica” que precedió expansiones anteriores. La estadística no garantiza repetición, pero combinada con un interés abierto en máximos relativos, invita a pensar que el mercado se está preparando para una fase de mayor amplitud, en una dirección u otra.

Basel III: el muro del 1.250% que frena a la banca

Si el análisis técnico apunta a una posible ruptura, el plano regulatorio explica por qué la gran banca sigue, en gran medida, fuera de XRP como activo de balance. El problema no es tanto la tecnología como el tratamiento del token bajo el marco Basel III, la normativa global que rige los requerimientos de capital de las entidades.

Actualmente, XRP se clasifica como exposición cripto de Tipo 2, el cajón de activos considerados de alto riesgo. Bajo ese esquema, los bancos deben aplicar un peso de riesgo del 1.250%, lo que equivale a exigir que por cada 1 dólar de exposición en XRP mantengan 12,50 dólares de capital propio.

La consecuencia es demoledora en términos económicos: mantener XRP en balance es extraordinariamente ineficiente, incluso si la entidad confía en su utilidad o en su potencial de revalorización. No es una cuestión de fe en la infraestructura, sino de aritmética regulatoria: el coste en capital supera con creces cualquier rentabilidad razonable esperada.

Voces del sector, como el analista conocido como Stern Drew, han subrayado que esta sola mecánica explica gran parte de la ausencia de adopción directa por parte de la banca. Durante años, el problema no habría sido demandar ni la capacidad de la red, sino el simple hecho de que Basel III penaliza la exposición en criptomonedas de forma casi prohibitiva.

Cómo cambiaría el tablero si XRP baja de categoría

La parte más interesante del debate no es el diagnóstico, sino el posible giro. A medida que mejora la claridad legal y regulatoria en torno a ciertos activos digitales, se abre la puerta a una eventual reclasificación de XRP dentro del marco de Basel III, pasando de la categoría de mayor riesgo a un nivel más cercano al de las exposiciones tokenizadas o los activos digitales de “Tier 1”.

Si ese movimiento se produjera, el impacto sería inmediato. Un peso de riesgo más bajo —por ejemplo, cercano al 100%-250% en lugar del 1.250%— permitiría a los bancos mantener XRP en balance sin necesidad de inmovilizar cantidades desproporcionadas de capital. Dejaría de ser un activo “tóxico” para el balance y pasaría a ser una opción razonable para tesorerías, actividades de liquidez y servicios de liquidación.

En la práctica, esto significaría una transición desde el uso off-balance-sheet —a través de proveedores externos, soluciones de custodia o vehículos interpuestos— hacia una propiedad directa institucional. La diferencia no es retórica: cambiaría quién provee liquidez, cómo se estructuran las líneas de crédito y qué volumen de XRP puede absorber el sistema financiero regulado.

Este hecho revela que el debate sobre la “adopción institucional” de XRP tiene menos que ver con el próximo movimiento de precio y más con mecánicas de capital. Si el muro del 1.250% se relaja, el universo potencial de compradores se ampliaría de forma radical, tanto en tamaño como en horizonte temporal.

Entre el relato del breakout y la realidad del riesgo

El cruce entre análisis técnico, regulación bancaria y datos de derivados ha alimentado un relato seductor: XRP estaría a las puertas de una gran ruptura alcista, respaldada por una ola futura de dinero institucional. Sin embargo, el mercado no es una narrativa; es una secuencia de precios, posiciones y riesgos.

En el corto plazo, la realidad es que el activo sigue sometido a resistencias claras en la zona de 1,96–2,00 dólares, con un patrón de doble suelo todavía sin confirmar y una estructura diaria que no ha logrado recuperar su sesgo alcista. Mientras esos niveles no se superen con volumen y continuidad, la posibilidad de nuevos mínimos locales sigue sobre la mesa.

En el medio plazo, las estadísticas históricas y la compresión del triángulo macro sugieren que la fase actual es un punto de inflexión. Pero las rupturas de figuras de largo plazo no siempre se producen al alza, y un fallo en la zona actual podría derivar en una sacudida bajista que limpiara posiciones apalancadas antes de cualquier intento de recuperación.

De fondo, el posible cambio en el trato regulatorio bajo Basel III no depende de gráficos, sino de decisiones de supervisores y acuerdos internacionales. Los plazos pueden ser más largos de lo que el mercado está dispuesto a tolerar, y cualquier decepción en esa agenda podría pinchar parte de las expectativas generadas.

El diagnóstico es inequívoco: XRP se encuentra en una fase donde las grandes historias y los pequeños niveles técnicos chocan de frente. Quien entre ahora compra, en parte, un relato de ruptura futura; quien sale puede estar renunciando a un potencial tramo de expansión histórica. Y, como siempre en mercados, la diferencia entre acierto y error no se verá en los argumentos, sino en el gráfico de los próximos años.

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