3I/ATLAS, el “fantasma” interestelar que algunos ya imaginan como sonda alienígena

Un artículo viral sostiene que el objeto 3I/ATLAS podría llevar un “escudo” de níquel y ser una sonda artificial camuflada, mientras la comunidad científica lo sigue catalogando como cometa interestelar con comportamiento inusual.
3I_ATLAS - December 5th, 2025 Via — Michael Jager
3I_ATLAS - December 5th, 2025 Via — Michael Jager

El interstellar 3I/ATLAS, apenas el tercer objeto confirmado que llega desde fuera de nuestro Sistema Solar, sigue acumulando teorías a medida que se acerca a su máximo acercamiento a la Tierra, previsto para el 19 de diciembre. A los debates sobre su composición rica en níquel y su llamativa aceleración no gravitatoria —ya comparada con la de ‘Oumuamua— se ha sumado ahora una hipótesis mucho más audaz: el blog EarthExists plantea que 3I/ATLAS no sería un cometa, sino una sonda interstellar artificial que utiliza un compuesto de níquel para propulsarse y camuflarse. La propuesta ha corrido como la pólvora en redes, pero choca frontalmente con la interpretación mayoritaria de los astrónomos, que siguen viendo en ATLAS un cometa “raro”, pero natural.

Qué es realmente 3I/ATLAS (hasta donde sabemos)

3I/ATLAS (C/2025 N1) fue descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS y pronto se confirmó que seguía una órbita hiperbólica, es decir, que procede del espacio interestelar y no está ligado gravitatoriamente al Sol. Es el tercer visitante interestelar conocido tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.

Los telescopios espaciales y en tierra han revelado varias peculiaridades:

  • Presenta una coma rica en CO₂ y una proporción de este gas frente al agua de las más altas observadas en un cometa.

  • Su entorno contiene níquel en cantidades inusuales, lo que ha llamado la atención de varios equipos.

  • Se ha medido una aceleración no gravitatoria (ligero “empuje extra” además de la gravedad), similar en forma a la de ‘Oumuamua, que suele explicarse por desgasificación cometaria —chorros de gas que actúan como pequeños cohetes.

Un preprint reciente reanaliza quince estudios y concluye que muchas anomalías (incluida la dinámica) encajan con un cometa de alta densidad y alto contenido en níquel, sin necesidad de recurrir a explicaciones exóticas. Otro trabajo independiente muestra que la aceleración observada puede explicarse con outgassing convencional de CO y CO₂, con pequeñas zonas activas en la superficie.

Es decir: hay rarezas, pero el marco de trabajo dominante sigue siendo el de un cometa interestelar muy peculiar, no el de una nave.

La tesis de EarthExists: un “escudo” de níquel y camuflaje activo

El artículo de EarthExists, publicado en Medium bajo el título “3I/ATLAS – The Ghost Machine”, parte de esos mismos datos y les da un giro radical. Sus autores sostienen que:

  • La aceleración no gravitatoria y el llamado “factor beta” serían demasiado suaves y regulares para un cometa típico.

  • El alto contenido en níquel encajaría con el uso de un compuesto específico: níquel tetracarbonilo (Ni(CO)₄).

  • Al descomponerse cerca del Sol, ese compuesto liberaría monóxido de carbono (que proporcionaría el empuje) y dejaría un halo de nanopartículas de níquel alrededor del objeto.

Según esta lectura, ese polvo de níquel formaría una especie de “manto” o “escudo” reflectante, un metamaterial improvisado capaz de dispersar la luz y “aplanar” la curva de brillo, haciendo que un objeto artificial parezca un cometa aburrido y errático.

El texto va más allá: afirma haber usado simulaciones con computación cuántica para modelizar la posible nube de partículas, e interpreta que el patrón de aceleración y brillo sería una “firma” de un camuflaje activo cuidadosamente diseñado. Con todo ello, concluye que la probabilidad de que 3I/ATLAS sea natural sería “astronómicamente baja” y lo presenta como “prueba” de tecnología extraterrestre.

Qué dice la comunidad científica: anomalías sí, nave no

Por ahora, la hipótesis de EarthExists es una interpretación privada y altamente especulativa, no un resultado revisado por pares ni aceptado por la literatura científica.

Los trabajos técnicos más citados sobre 3I/ATLAS apuntan a un escenario diferente:

  • El preprint de Haque et al. habla de un “fósil de corteza” interestelar con Ni/Fe elevado y actividad dominada por CO₂, pero en ningún momento plantea un origen artificial.

  • El estudio de Florian Neukart sobre la aceleración no gravitatoria concluye que basta con outgassing de CO/CO₂ para explicar los datos, sin necesidad de compuestos exóticos ni motores ocultos.

  • NASA y ESA mantienen oficialmente la clasificación de 3I/ATLAS como cometa interestelar, aunque reconocen que presenta una química y una morfología fuera de lo común.

Incluso entre los científicos más abiertos a hipótesis atrevidas, como el astrofísico de Harvard Avi Loeb, las propuestas se manejan con mucha más cautela: Loeb ha sugerido que 3I/ATLAS podría tener un origen natural o incluso artificial, pero siempre como una posibilidad remota, no como conclusión cerrada, y subraya la necesidad de más datos antes de afirmarlo.

La idea concreta del “escudo níquel-tetracarbonilo + camuflaje metamaterial” de EarthExists no cuenta, de momento, con ningún respaldo explícito en publicaciones académicas.

¿Por qué estas teorías enganchan tanto?

Que un simple cometa interestelar pueda ser en realidad una sonda camuflada es, sin duda, un relato poderoso. El propio texto de EarthExists remata con un verso casi apocalíptico —“Ahora a solo 13 días… prepárate para el cambio”— que conecta directamente con el imaginario de ciencia ficción.

Hay varios factores que explican su éxito viral:

  • Antecedentes: 1I/‘Oumuamua ya disparó teorías sobre velas de luz y naves interestelares por su forma, brillo y aceleración inusual.

  • Datos raros, narrativas fuertes: la combinación de no-gravs anómalas, química extraña y colas poco habituales alimenta la sensación de “misterio” incluso en la literatura científica seria.

  • Cambio de foco en la búsqueda de vida: figuras como Loeb llevan años defendiendo que la comunidad debería tomar más en serio la posibilidad de tecnofirmas (indicios de tecnología extraterrestre), y no solo biosignaturas.

En ese caldo de cultivo, propuestas como la de EarthExists encuentran rápidamente eco, aunque mezclen datos reales con extrapolaciones muy especulativas.

Qué se podrá comprobar en los próximos días

La propia hipótesis del “manto de níquel” sugiere formas de ponerla a prueba:

  • Buscar firmas espectrales concretas de níquel y monóxido de carbono en proporciones muy ajustadas a la descomposición de Ni(CO)₄.

  • Analizar con más detalle la evolución de la cola y la “anti-cola” de ATLAS, donde algunos equipos ya han observado estructuras poco comunes.

  • Comparar las curvas de brillo y aceleración con modelos de outgassing convencional frente a modelos más exóticos.

Lo relevante es que estas pruebas pueden hacerse con los datos que ya se están recopilando desde Hubble, JWST, ALMA y grandes telescopios en tierra. No hace falta inventar instrumentos nuevos para descartar (o, en el escenario improbable, respaldar) las ideas más extremas.

Entre la ciencia y la ciencia ficción

Por ahora, el consenso es claro: no hay pruebas sólidas de que 3I/ATLAS sea una sonda artificial; sí las hay de que es un cometa interestelar extraordinario, químicamente extremo y dinámicamente interesante.

La hipótesis de EarthExists funciona, por el momento, como lo que es:

  • Un ejercicio de imaginación a partir de un preprint real.

  • Un recordatorio de que los datos pueden leerse con lentes muy distintas.

  • Y un ejemplo de cómo, en plena era de redes sociales, la frontera entre divulgación, especulación y narrativa se desdibuja con facilidad.

Mientras 3I/ATLAS se aleja lentamente del Sistema Solar tras su visita fugaz, los telescopios seguirán entregando datos. Será la revisión científica, y no los hilos virales, la que determinará si en este caso estamos ante un simple “fantasma” de hielo y polvo… o si, como sueñan algunos, hubo algo más detrás de su paso.

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