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Alarma en Europa: el escudo nuclear de Chernóbil sufre graves daños y crecen los temores por una posible fuga radiactiva

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha confirmado que el Nuevo Confinamiento Seguro (NSC) —la gran estructura construida para aislar los restos del reactor 4— ha quedado degradado tras un ataque con dron ocurrido el 14 de febrero de 2025. No hay indicios de fuga radiactiva y los sistemas de monitorización siguen operativos, pero el OIEA advierte de que es imprescindible una restauración integral para evitar un deterioro progresivo.

Vista panorámica del sitio nuclear de Chernóbil con el Nuevo Confinamiento Seguro visible, en medio de la vegetación y bajo un cielo parcialmente nublado.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Alarma en Europa: el escudo nuclear de Chernóbil sufre graves daños y crecen los temores por una posible fuga radiactiva

Qué ha pasado: un impacto en febrero y una inspección que confirma pérdida de “función primaria”

La preocupación internacional vuelve a situarse sobre Chernóbil por un motivo concreto y técnico: el Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), el gran arco metálico que cubre el reactor 4, ya no puede desempeñar su función primaria de confinamiento tras los daños causados por un ataque con dron el 14 de febrero de 2025, según ha indicado el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tras una inspección reciente. 

 

 

Qué se ha dañado exactamente: cladding perforado y riesgo de degradación

El OIEA detalló que el impacto perforó las capas exterior e interior del revestimiento del arco, generando un orificio de varios metros y afectando a equipos y cableado. Aunque los elementos portantes (la parte estructural que soporta el conjunto) y los sistemas de monitorización no presentan daños permanentes, la pérdida de estanqueidad implica que la estructura pierde capacidad de confinamiento, y el riesgo principal pasa a ser el deterioro progresivo si no se ejecutan reparaciones completas (por ejemplo, por entrada de agua y degradación de materiales).

¿Hay riesgo de fuga radiactiva hoy?

La respuesta, según los organismos que están sobre el terreno, es clara: no hay señales de fuga radiactiva en este momento. El OIEA ha reiterado que los niveles de radiación se han mantenido estables y que el problema es de seguridad a medio y largo plazo: si el confinamiento queda comprometido durante demasiado tiempo, aumenta la probabilidad de incidentes secundarios (degradación de barreras, dispersión de polvo contaminado o complicaciones en futuros trabajos de desmontaje). 

Por qué el NSC es crítico: un “candado” diseñado para un siglo

El NSC no es un simple techo: es una infraestructura de ingeniería concebida para aislar el sarcófago original y permitir trabajos de desmantelamiento con seguridad durante décadas. Su vida útil de diseño se sitúa en torno a los 100 años y su dimensión financiera también explica la alarma: el NSC costó aproximadamente €1.5 млрд, dentro de un plan global (Shelter Implementation Plan) estimado en €2,1 млрд gestionado por el BERD/EBRD con financiación internacional.

La pieza geopolítica: reparación bajo guerra y necesidad de financiación

El OIEA ha insistido en que, aunque se han realizado reparaciones temporales, es necesaria una restauración integral para evitar que el daño “avance” con el tiempo. Ese es el gran desafío: trabajar en un emplazamiento altamente sensible, en un país en guerra y con una infraestructura que requiere materiales, acceso y financiación sostenida. En 2025, varios socios europeos han empezado a movilizar apoyo para reparaciones de emergencia, pero el coste de una recuperación completa podría ser elevado.

Qué debe vigilar Europa: transparencia, monitorización y “blindaje” del perímetro

La preocupación europea no se basa tanto en una fuga inmediata como en tres variables: (1) velocidad de reparación, (2) continuidad del monitoreo radiológico y (3) protección efectiva del emplazamiento ante ataques o incidentes. El propio OIEA ha descrito el episodio como un recordatorio de que la seguridad nuclear en Ucrania sigue bajo presión y que el riesgo, en este caso, es que un daño inicialmente “contenible” se convierta en un problema estructural si se prolonga. 

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